la red

Cuando alguna amiga me presenta a otra persona y para hacerlo utiliza las palabras: «te presento a mi amiga» siempre me recorre una extraña emoción. Porque que alguien te denomine «su amiga» es un raro privilegio del que no todo el mundo puede gozar.

El viernes pasado dos buenas amigas organizaron una fiesta a la que acudieron amigos a los que no veíamos hace tiempo. Nos pusimos al día, constatamos que somos como el buen vino, que mejora con los años y acordamos un nuevo encuentro para poder disfrutar de nuestra compañía con más calma.

Marché pronto de aquel encuentro porque a la mañana siguiente me esperaba una clase de decoración de galletas. Abandoné el local y me encaminé hacia mi coche y en esos 5 minutos de trayecto me embargó una sensación de alegría, plenitud y paz como pocas veces experimento.

Contar con amigas, con buenas amigas es todo un tesoro. Verlas interactuar en la fiesta, conociendo los secretos de la una, los planes de la otra, sintiéndote un poco partícipe de su universo es algo que no sabría ni cómo describir. Lo que sí sé, es que me da seguridad, estabilidad y muchos momentos de risas.

Esta red de amigas es como la red de seguridad de los equilibristas. Yo voy haciendo mis piruetas por la cuerda floja, suelo aguantarme, suelo mantener el equilibrio, pero a veces, después de algún triple mortal o un salto hacía atrás, caigo irremediablemente. Pero no caigo al vacío, caigo en sus redes, porque sé que ellas están allá. Y no por ello me dejo caer con más facilidad, simplemente sé que ellas estarán allá.

Y gozar de esa tranquilidad es algo que no cambiaría por nada.

Hace un tiempo leí que lo mejor que puede hacer un hombre para ser feliz o para estar más sano es casarse. En cambio, lo que le dará más felicidad o mantendrá más sana (o cuerda) a una mujer, es tener buenas amigas.

Y en pensamientos vuelvo a la noche del viernes y veo a la escritora, a la leonesa tranquila, a la rizos y a la roquera. Cada una con su historia, cada una con su vida, cada una con tanta belleza y, vuelvo a sentirme plena.

Y en estos momentos, en los que tengo tantos cambios en la mente, sólo sé que el ancla serán ellas. Sé que estarán allá, como lo estará mi familia. También estará mi futura vida en pareja, tal vez una nueva ciudad, un nuevo entorno, incluso, si hay suerte, un nuevo trabajo. Pero ellas son las que me dan gran parte de la seguridad y la confianza para seguir adelante.

Y la red se extiende en muchas direcciones. Tal vez haya amigas con las que no quede tan a menudo, o con las que no hable cada semana, pero también están allí. Una vez al mes o una vez por temporada, o tal vez sólo dos veces al año, o por mail, pero sé que están ahí.

Espero que ellas también sepan que yo estoy aquí para ellas.

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